The world correlate
El Correlato de Mundo
©Pör Abdel Hernandez San Juan
El centro de este ensayo es solventar cuestiones epistemológicas y metodológicas que competen no solo al contenido teórico y conceptual del texto entendido como un autotelismo o una finalidad sin fin por valerme de la acepción de Kant, esa motivación de autotrascedencia por medio de la cual en el pensamiento teórico permanecemos sobrecogidos por un sentido de lo hablado y lo dicho quedando en la plenitud del contenido teórico mismo que remplaza a la realización efectiva de la relacion entre ese pensamiento y la realidad que abstrae en conceptos, sino también a lo que definiré aquí como correlato de mundo,
En el mismo modo en que con Peirce el signo remplaza al objeto y se ofrece como sustituto de aquel en la significación según el modo de interpretantes que se traducen los unos a los otros en remplazo del signo por el referente, el autotelismo del pensamiento teórico pareciera prescindir de una relacion al mundo o a la realidad en el modo de lo que Derrida entendía como los significantes cuya lógica formal son signos que se encadenan unos con otros en una sucesión incesante en la que pareciera no haber salida al exterior del lenguaje ni por la vía del significado, esa otra mitad del signo inmaterial ella misma que queda con Saussure, entre los significantes y los referentes, ni por la vía de la representación.
Los significantes entre ellos, sin remitencia al significado, establecen esa superficie otra que podríamos entender como estructura superficial en que discurre la sintaxis, entablando entre ellos relaciones diferenciales en las que lo que es se define por lo que no es desde donde se inicia el espaciamiento de la diferencia.
No hay en ellos, los significantes, como en los interpretantes de Peirce, signos que se traducen unos a otros como interpretantes porque no están pensados en estos últimos las separaciones estructurales entre lengua y habla que contraponen lo sincrónico, aquí y ahora, a lo diacrónico, y que establecen las distinciones entre escritura y palabra hablada, como una entre estabilidad estructural, gramática, síntacsis, morfología, incluso fonética, y la performance del habla entendida como parole o actos de habla en el sentido de Austin, sino que están los interpretantes de Peirce ellos presupuestos en la orientación anticipada, aun no efectiva frente a otros, que es inclusiva a la configuración del lenguaje mismo entendido como relaciones entre signos, de otros a los que ese lenguaje está orientado, que eco definía como el lector in fabula, fabulado en su anticipación escritural.
Por otro lado, los interpretantes de Peirce, como argüía Carlos Sini con su ejemplo de un signo espacial, un reguilete metalico en la forma de gayo colocado en el ático de una casa el cual con su posición física indica la dirección del viento, si se inclina a la derecha, se vuelve el signo interpretante del signo de la dirección del viento invisible a los ojos y al tacto, son los signos indíciales o indicios a que se refería eco, pero también los interpretantes, son funciones a través de las cuales en el lenguaje unos signos traducen a los otros.
En la lógica a la vez de estructura superficial sintáctica y de pura forma por medio de la cual en cambio los significantes se definen entre ellos en el modo de relaciones diferenciales vienen entonces al primer plano de nuevo la infinidad de palabras que es necesario reunir en torno al signo escogido para asir su sentido quedando este último siempre esparcido e indeterminado, diseminado en la polisemia incesante de las formas entre grupos de palabras, significantes ellas mismas, que rodeándolo nunca logran atrapar o encerrar como algo fijo sus sentidos.
Los interpretantes de Peirce, de hecho, presuponen hasta cierto punto, per se a que remplacen al objeto por su significación y prescindan relativamente del referente en favor de lo que llamaba ground, la indiferenciación entre significante y significado que en Saussure reparte la lengua entre forma y estructura, para en su vez asir una idea de inseparabilidad de ambos en que el signo, por valerme de la acepción de Eco, es entendido como unidad cultural, hay pues una diferencia relevante entre la lógica incesante de los significantes Derridariana y la semiosis ilimitada de Pierce, la primera conduce a la fenomenología del lenguaje y del texto, la segunda conduce a la cultura.
De hecho, como el significado en Saussure que queda inmaterial y etéreo, entre el significante y el referente, y con Derrida, entre varios significantes según sus diferencias, el interpretante de Peirce queda entre el signo y el referente mientras, paradójicamente, aunque se pretenda en remplazo del objeto, presupone también la cuestión misma de la relacion entre la sustancia, el ser y el concepto como la misma había sido dirimida en la filosofía clásica según la cual las relaciones entre los signos y la realidad o entre los signos y sus objetos se dilucidan según discernimientos de cualificación, la estufa es negra, por volver sobre Carlos sini, remite a la negrura de la estufa que la cualifica al mismo tiempo en que establece la relacion nominal entre el signo y la cualidad que lo distingue de lo que no es negro y de lo que no es estufa.
Pero al mismo tiempo el pensamiento teórico, perse a este autotelismo que lo cierra sobre sí mismo sin aparente salida al exterior o relacion a un correlato de mundo o practicidad, presupone avanzar y comunicar en el modo de la topoi de la hipótesis, es decir, realizado como hipótesis en el mundo mismo que la teoría configura, cuestiones que en la practicidad de los hechos se tornan por infinidad de razones contradictorias, insolubles y aporeticas.
Hay sin embargo también aporías en ese autotelismo sobre todo aquellas que en remplazado al mundo y la practicidad por esa finalidad sin fin autotrascedente del teorizar tiende a remplazar la solución imaginaria por los dilemas reales por valerme de una acepción proveniente de la teoría de lo simbólico, según la cual estos los símbolos ofrecen soluciones imaginarias a cuestiones irresueltas en el mundo real.
Mi alusión a este aspecto aporetico del teorizar, sin embargo, dista mucho y se aleja de las ideologías de otrora y aun persistentes que separaban la teoría de la práctica y que veían a la última como aplicación de la primera, o la primera como subordinada a los objetivos de la última, a diferencia de aquellas acepciones que conducen al antiteoricismo mis precisiones se refieren no a una priorización de la práctica sobre la finalidad en si misma del teorizar, sino antes bien al hecho de que desde el teorizar hacia su propia finalidad, ha conducido a renuncias a las relaciones entre el teorizar con sus verdades puras y sus correlatos de mundo y realidad, impulsadas por ese mismo autotelismo de las soluciones imaginarias de lo simbólico en remplazo a lo real.
centrado en la certeza epistemológica y científica, de que el camino de las soluciones es teórico y que las soluciones teóricas aventajan tanto en atención a la verdad, como en atención a la responsabilidad, la moral y el mismo universo de los correlatos prácticos, a aquellos que creen resolverlos en la práctica, este ensayo está al mismo tiempo centrado en discutir una forma del teorizar mucho más atenta al correlato de mundo y de realidad aunque este mundo y esta realidad sigan siendo dentro de la misma finalidad autotelica del teorizar distintas a aquella idea ingenua y naife de práctica.
La cuestión en si vuelve sobre la problemática de la relacion entre el teorizar y sus correlatos de mundo que afecta las prioridades epistemológicas tanto del positivismo lógico como del pragmatismo, la fenomenología y la hermenéutica.
Para iniciar mi discusión situare aquí dos problemas científicos cruciales el de la fenomenología de lo real o de la realidad como se discierne en la discusión clásica sobre el fenómeno, la apariencia y la presencia que conlleva a las distinciones entre mundo en sí y mundo fenomenológico y con ella a la complexión fenomenológica de una idea de realidad y a la cuestión del nominalismo positivista entre lenguaje y mundo, lenguaje y realidad en torno al cual si bien ya más intrincado en la lingüística, inicia este ensayo en torno a las relaciones entre un supuesto adentro absoluto del lenguaje, el signo en remplazo del objeto, y los distintos correlatos que relativizan ese adentro y vuelven por varias vías a situarnos en la relacion entre nosotros y el lenguaje de acuerdo a la cual, volviendo sobre las primeras distinciones Derridarianas, el lenguaje vuelve a aquedar remitido a una exterioridad en la que no puede escapar del pensamiento y del ser, por un lado, y de la fenomenología del mundo de vida, por el otro, en que en última instancia su propio correlato de sentidos, significados y referencias le subsume.
Esta unidad de lo interior y lo exterior es la absoluta realidad, --decía Hegel- Lo interior está determinado como la forma de la inmediación reflejada, ósea de la esencia, frente a lo exterior, determinado como la forma del ser, pero ambos son solo una única identidad, esta identidad es en primer lugar la pura unidad de ambos como base llena de contenido.
Por lo tanto esta identidad es continuidad y es la totalidad que representa lo interior lo cual se convierte también en exterior, pero en esto no es ya algo que se ha convertido o que se ha traspasado sino que es igual a sí mismo, lo exterior según esta determinación no es solo igual a lo interior según el contenido, sino que ambos son solo una única cosa
sin embargo, esta cosa como simple identidad consigo misma es diferente de sus determinaciones de forma o sea estas le quedan extrínsecas por lo tanto es ella misma un interior que es diferente de la exterioridad de aquellas.
Esta exterioridad empero consiste en que las dos determinaciones mismas, es decir, lo interior y lo exterior, la constituyen. Por consiguiente, puesto que lo interior y lo exterior han sido considerados como determinaciones de forma, son en primer lugar solo la simple forma misma y en segundo lugar por ser ellos determinados allí como opuestos su unidad es la pura abstracta mediación en la cual una de ellas es inmediatamente la otra y es la otra precisamente porque es la primera asi lo interior no es inmediatamente sino lo exterior y constituye la determinación de la exterioridad justamente por constituir lo interior, a la inversa lo exterior es solo un interior 461-462-468
De hecho precisamente en esta oposición de ambos mundos ha desaparecido su diferencia, y lo que tendría que ser un mundo en sí y por si es el mismo un mundo fenoménico y viceversa el mundo Fenomenico es el mismo un mundo esencial, el mundo fenoménico y el mundo en si son, por lo tanto, cada uno en sí mismo la totalidad de la reflexión idéntica consigo misma y de la reflexión en su otro, mundo en sí y mundo Fenomenico, uno tendría que ser solo reflejado, el otro solo en sí, pero cada uno se continua en su otro y por lo tanto es en el mismo la identidad de ambos momentos lo que por ende se haya presente es esta totalidad que por sí misma se quebranta en dos totalidades, una es la totalidad reflejada, la otra la inmediata, ambas son ante todo independientes pero son tales solo como totalidades y son tales porque cada una tiene esencialmente en ella el momento de la otra. La independencia diferente de cada una, de la determinada como inmediata y de la determinada como reflejada está por tanto puesta ahora de manera tal que cada una puede ser solo como relacion esencial con la otra y tener su independencia en esta unidad de las dos 447-448
Los párrafos citados remiten a uno de los pasajes más hermosos y al mismo tiempo más ricos y complejos en que las cuestiones fenomenológicas clásicas sobre fenómeno, apariencia y esencia, complexionan una idea a la vez asombrosa y perpleja de síntesis de la realidad y de las relaciones entre el mundo fenomenológico y el mundo en sí, en aquella sin embargo no está aún dirimida o discernida la posterior diatriba que con el positivismo lógico inicia a volver sobre el mismo asunto pero esta vez planteada como una relacion entre el lenguaje y la realidad, entre el lenguaje y el mundo, de hecho, eludido en aquellas el lenguaje y asumida la diatriba fenomenológica en la complejidad de su ontología, no estaban pensadas en ella las cuestiones sobre exterioridad entre lenguaje y mundo requeridas cuando lejos de preguntarnos por la sola ontología fenomenológica que cristaliza lo real entre la apariencia y la presencia, o entre lo que es en sí y lo que es su reflejo, aparece la pregunta por su representación o por el hecho mismo de que se trata de un lenguaje en el que una idea de realidad es más o menos adecuadamente representada o, para ir más directamente al positivismo lógico, en que la relacion entre lenguaje y realidad se presenta como una relacion entre subjetividad y objetividad, y a la postre, por ello mismo, la diatriba misma en que descansa la relacion metodológica entre el sujeto y el objeto
Es conocida por nosotros la suspicacia que se ha tornado relativamente general hacia las acepciones más duras de la filosofía analítica y del positivismo en la distinción recortada como exteriorizada entre sujeto y objeto, entre otras cosas porque por un lado puede tender a ofrecer una idea rígida dada en la superposición sobreañadida que conjuga al sujeto individual en la figura del teórico, el analista, el autor, el científico con el sujeto de la ciencia dado de antemano como un programa consecutivo bien establecido en el programa objetivo de esta última, al mismo tiempo el precepto de que la objetividad del conocimiento no puede o no debe ceder a la subjetividad excluyendo en el sentido de la física relativista el hecho que el observador esta subjetivamente involucrado en lo que observa bastante más que la ingenua idea de que es un observador distante cuya observación reporta siempre un dato objetivo según lo cual ni su objeto se permea con la coloración de su subjetividad ni esta última recibe los influjos de aquella, pero al mismo tiempo, si bien el concepto mismo de objeto encuentra en la filosofía clásica sus primeras formas en el modo de autosercioramientos que suponen la simultaneidad entre la ontología de lo que es, deviene y discurre, y el reparar en ello que se refleja en el sujeto y que vuelve esas impresiones o relaciones entre lo sensible y lo inteligible en conceptos y en conceptos de conceptos, solo la exteriorización entre el sujeto y aquella ontología como objeto, permitió diferenciar que aquella podía ser una vez el puro ser que es entendido como ser de uno mismo, el ser humano en relacion a su devenir, el tiempo, pero podría otra vez ser el mundo de otra cosa distinta de suyo no siempre una simple alteridad de lo mismo frente a sí mismo, que discuto como el espacio intermedio del self entre la inmanencia y la reflexión, la aparición ante nosotros mismos en la conciencia
En la precisión de esta otra cosa distinta de suyo como bien sabemos se hayan por un lado las relaciones entre la sustancia y el ser, lo que es parece relacionarse al ser en una dimensión sensible de acuerdo a la cual se perciben el devenir y el tiempo, la lógica misma que relaciona lo sensible a lo inteligible donde lo sensible corresponde al ser, incluidos los datos de sus sentidos, y lo inteligible a la dilucidación de como esos datos son comprendidos, pero por otro lado, cuando esa otra cosa de la cual el sujeto se cerciora es algo distinto de suyo, se haya el devenir de la sustancia según lo cual se plantea al sujeto la idea de un evento o de un acaecer que parece relacionarse a lo que es de suyo únicamente por el lado de aquella, es decir, la relacion entre la sustancia y el ser lo cual conduce a como aquella está tanto en su lenguaje, como también según Leibniz, Espinosa y Hegel en su conciencia y su organismo.
Las concepciones iniciales de Leibniz sobre la monada de hecho, aunque en nuestros usos la entendemos en sentido positivista, es decir, deslastradas o desprovistas de sustancia, tuvieron su origen en el análisis de la sustancia según Hegel quien de hecho la aplica una vez al ser que siente y piensa y otra al mundo químico y físico.
Volveremos sobre esto más adelante pues será preciso retornar a la cuestión de que en el concepto la esencia se divide y la sustancia es superada en el concepto del concepto, asi como serán requeridos algunos análisis más profundos que establezcan las diferencias entre, por un lado, positivismo lógico en lo respectivo a la relacion entre el sujeto y todo lo que no es sujeto o que lo es de acuerdo a la exteriorización metodológica de aquel, conceptualismo, nominalismo y por el otro la vía semiótica que discute peirce, pues peirce varias décadas después de haber basado su teoría en constataciones empíricas correspondientes y basadas en el sustancialismo, reconoce que es requerido deshacerse de la sustancia y trabajar sin ella adoptando asi una posición tardía que define como positivista cuando dice que la fenomenología es la primera ciencia positiva en lo cual coincido, a pesar de ello son requeridas algunas distinciones relativas a la interpretación de Peirce sobre el conceptualismo y el nominalismo pues si bien conceptualismo y nominalismo ciertamente requieren a prioris también los requiere el positivismo.
En el mismo modo en que Hegel de quien Peirce se reconoce continuador frente a la pregunta de si hay un comienzo del mundo establece que ese comienzo es el ahora mismo cuando bien sabemos hay pasado que ya no es en el ahora y futuro que aún no es también en el ahora, los aprioris del conceptualismo y el nominalismo no son tan distintos a los del positivismo como Peirce suponía, a la postre, se trata de reconocer como se le reconoce al ahora mismo un comienzo del mundo, que el sujeto o la subjetividad son un comienzo a la par del ser de lo contrario aquel no se reflejaría en el modo de autocercioramiento del ser que es sin extrinsecación, tal extrinsecación, por lo demás, cuando el devenir y él es de ese ser es ser subjetivo es una forma de alteridad y cuando no lo es si hace presencia solo lo hace para el sujeto momento a partir del cual mientras desde otra serie el ser es comienzo también la subjetividad y el sujeto lo son, de modo que el ser que es solo hace presencia una vez que es también reflejado en la subjetividad, es decir, una vez que es ya concepto, “ser en sí”, y concepto del concepto y este apriorismo conceptual y nominal coincide con el apriorismo positivista.
Si bien ciertamente a la postre la afirmación más certera y lucida es sostener con Peirce que la fenomenología es la primera ciencia positiva, conceptualismo, nominalismo y positivismo se fundan en el mismo a priori en todo caso lejos de una diferenciación entre estos tres últimos se trataría más bien de preguntar porque los dos primeros no siempre se han reconocido en la fenomenología en tanto al mismo tiempo transcurridas muchas décadas posteriores a Peirce no todas las formas del positivismo se acogieron a la fenomenología.
El punto crucial de esta reflexión estriba en el hecho de que en todas requerimos un recorte entre el sujeto y el objeto que a la postre es luego respecto al lenguaje una exteriorización entre aquel y el mundo o la realidad toda vez que ese lenguaje forma parte del mundo reflejado en la subjetividad frente al mundo objetual de la referencialidad discernimiento por lo demás también requerido por Peirce quien para elaborar su semiótica requirió diferenciar al signo de su objeto y entre uno y el otro, diferenciar el reflejo del objeto en el signo como un aspecto del signo mismo, su representatement, asi como diferenciar la relacion entre ese reflejo del objeto en el signo que es parte del signo y no del objeto, de la relacion indicativa o denotativa según la cual el signo refiere al objeto pues no es lo mismo el objeto reflejado en el signo que denotado por este, lo primero corresponde a su aspecto de representación, lo segundo corresponde a su aspecto de significación entre dos niveles, el ground que es la relacion del signo con el objeto, lo más próximo al referente, y el interpretante que es la traducción del signo en otro signo, su significación distinguiendo asi indicio o indicialidad de simbolicidad.
La diferencia estriba en lo respectivo a la relacion sujeto-objeto en que en el conceptualismo, el nominalismo y el positivismo lógico, permanecemos como sujetos exteriorizados ante el objeto a modo de volver sobre esta relacion en sus distintos momentos, no solo como a priori del sujeto como un comienzo frente al ser o a la copula y con ello tanto frente a sí mismo como frente a lo que no es de suyo cuando el objeto es meramente otra cosa de suyo, sino que la exteriorización continua luego tanto en lo sincrónico a la par como en el después de modo que sea meramente sujeto o sea meramente subjetividad la relacion entre subjetividad y objetividad permanezca bajo cercioramiento
bien se trate de sujeto de la observación donde el objeto se le presenta al sujeto en directo sin lenguaje bien se trate de esta relacion por mediación del lenguaje la extrinsecación es requerida a modo de que podamos entender como subjetividad y objectividad trabajan bien exteriorizadas, recortadas como momentos de la extrinsecación sujeto-objeto o bien relacionadas pues la objetividad del sujeto y la subjetividad del objeto son correlatos de ese cercionarnos, en tanto en la semiótica de Peirce la atención recae menos sobre la observación y la objetivación, y más sobre la decodificación, la significación y la interpretación, en una perspectiva nos orientamos al research sobre esa relacion, sujeto-objeto, lenguaje-realidad, lenguaje-mundo en su conceptualidad, positiva o nominal, en la otra nos orientamos a la semántica, los significados, la interpretación y la comunicación.
Desde una perspectiva nuestra atención es el conocimiento en sí mismo o la relacion como relacion de conocimiento, desde la otra nuestra atención es la comunicación
En ambas necesitamos inferencia, deducción e inducción, pero mientras Peirce requiere relaciones entre principios tríadicos y diádicos, tríadicos: signo-representatement-interpretante, ground-relacion, correlato-correlación, interpretante-significación, indicio, icono, símbolo, diádicas: denotación-connotación, en la otra requerimos relaciones conceptuales, abstracciones, conceptualidad, subjetividad-objetividad, cognocibilidad, cercioramiento, facticidad, faticidad, conatividad, constatibilidad bien para entender la subjetividad en la objetividad bien a esta última en aquella
Cuando el sujeto y la subjetividad del mismo, de hecho, pasan de ser principios de autocercioramiento para devenir principios de significación aquellos se diseminan en los signos y terminan como desprovistos de un afuera antes, a la vez y después respecto al lenguaje es como si la realidad remplazada en la significación o vuelta la significación todo lo real se diseminara en el lenguaje como si no hubiera extrinsecación entre uno y otro , como si no hubiera un afuera de la lengua, de modo que en su diferencia en el conceptualismo continuamos disponiendo del lenguaje y no el lenguaje de nosotros, entre nosotros y el lenguaje median relaciones noematicas relativas al pensamiento y al ser que se expresan en el lenguaje.
El pensamiento y el lenguaje continúan extrínsecos a modo de conocer sus relaciones y que no solo el lenguaje aparezca sobrecogido por los mismos procesos de la presencia, la apariencia y el fenómeno sino también por lo noematico del pensamiento, lo expresivo del ser y lo coseico, en que la realidad vuelve a presentársele al lenguaje y este a aquella, los momentos de reflexión del uno en la otra se son una vez internos y se son la otra vez extrínsecos, pero a la postre nos reunimos en la fenomenología como vimos en nuestra cita de Hegel..
No estamos negando el interés de peirce en nuestra teorización del tema, de hecho, el concepto mismo de correlato, aunque lo discutimos más en el sentido de la crítica literaria que en el propiamente semiótico, fue inicialmente propuesto por Peirce y volveremos sobre Peirce varias veces en este sentido pero si bien es requerido hoy reintegrar aquellos tres en la fenomenología como previa Peirce, también es requerido distinguirlos en una fenomenología anterior más antigua
Es preciso en continuidad con nuestro análisis sobre el positivismo lógico establecer que ese ser que es en su devenir de solo ser sin extrinsecación hacia ello puede no solo no ser algo de suyo en lo que respecta al sujeto, es decir, no ser otro momento de sí mismo percibido en la alteridad en que se refleja, sino que también puede ser sustancia, puede ser tiempo puro, puro devenir, puede incluso ser espacio, puede ser religión, ontoteologia y puede también como sostiene Derrida ser diferencia.
De hecho, lo que propone Derrida en su discernimiento sobre la diferencia y el diferir es conjugar la teoría de Saussure sobre el lugar que juega la diferencia en la lengua y aquella diferencia ontológica que en Hegel era pura lógica ontológica sobre lo que es idéntico diferente a otro idéntico o lo que es diferente a otro diferente.
No comparto esta forma en que Derrida, a quien me unen infinidad de coincidencias y atracciones trabaja sin embargo la diferencia y me alejo de ello—volveré sobre esto más adelante--, pero lo que quiero precisar aquí, lo cual se hace especialmente notable cuando ese ser en si es desde el punto de vista de las ciencias sociales espacio devenido expresiones objetivas de la cultura material a inmaterial, mundo social y realidad de grupos humanos, que el sujeto del positivismo simplemente mantiene diferido lo que pueda ser esa inmanencia para volver sobre ella cada vez en un modo distinto y permanecer autoserciorado y cerciorado de lo que no es de suyo o de lo que es de suyo en modos tan disimiles entre sí que sin una atención minuciosa podría hacer sucumbir al sujeto confundido entre la alteridad, relacion de si a sí mismo, y la relacion de si a aquello que no es el mismo y requiere entonces exteriorizaciones.
Como he sostenido en otra parte si bien el distanciamiento frio del sujeto respecto al objeto puede contraer rigideces éticamente cuestionables no son menos cuestionables las consecuencias que pueden derivarse de una indiferenciación que al desconocer las matrices naturales de la extrinsecación desconozcan por lo mismo la exterioridad que es requerida en la ética de la relacion.
Y si bien sabemos que Frankfort se contrapone en general a esta resistencia del positivismo a dejarse reunir más tarde con la negación de la negación aceptándose implicado en el movimiento de la inmanencia aquella y solucionándola con negaciones subsecuentes objetándole las mismas objeciones que Hegel hacia a la supremacía del yo en el idealismo transcendental, el cuidado y el ascetismo del sujeto positivista también está relacionado a no dejarse arrastrar por ese marasmo del ser que solo es sin extrinsecación hacía ello, pues en él es de la cópula en que está indiferenciado cuando somos nosotros mismos, cuando es la sustancia, cuando el puro tiempo como devenir, cuando lo ontoteologico, dios, cuando un evento de cultura y sociedad, cuando una inmanencia otra o simple diferencia, en favor de precisar cada vez de que se trata y establecer a su respecto los métodos adecuados de relacion.
De hecho, por el lado de la filosofía del lenguaje, este discernimiento surtió significativos resultados pues si bien el posicionamiento rígido sujeto-objeto podría conducir a deformaciones morales su no distinción podría conducir a otras no menos y no pocas veces bastante más graves.
Hablemos pues de un neopositivismo o neo neo en lo referente al nivel de positividad que tenemos en la fenomenológica que a la luz del siglo XXI asimile y reconozca los mejores resultados de todas las criticas esgrimidas al positivismo y recupere a su vez lo mejor de aquel desde nuevas perspectivas reconociendo que una de las mejores tradiciones que el positivismo lógico en la forma de la filosofía analítica y la filosofía del lenguaje hizo posible, fue la tradición que gracias suyo inicio el turn de la sociología hacia la sociología del conocimiento y hacia la autosociologia, esta última ciertamente es más fenomenológica que propiamente positivista pero como ocurre a la semiótica, esa fenomenología y ese pragmatismo no habrían sido posibles sin los cuidados del positivismo lógico.
demos sin embargo un cierre conclusivo a las deliberaciones que abren este ensayo en torno a las relaciones entre un afuera del lenguaje y un adentro del lenguaje, por un lado, y entre el lenguaje y el mundo o el lenguaje y la realidad por el otro, en torno a mi concepto de correlato de mundo.
traigo al primer plano aquí la cuestión misma del correlato de mundo y de realidad pues solo la idea de correlato de mundo o realidad restablece la relacion entre lenguaje y realidad, representación y mundo en un modo en el cual mundo fenomenológico y mundo en si permanecen imbricados lo cual abre el camino para el análisis de que un research sobre el correlato de mundo supone al mismo tiempo, una cosa dentro de la otra, lo cotidiano de la vida diaria y su inmediato correlato en una forma de lenguaje que puede ser, a nivel epistemológico y metodológico ambas cosas, teoría en si del horizonte intramundano, y teoría de los modos como ese horizonte intramundano es correlato en y a formas de lenguaje y simbolismo como correlatos de mundo tanto del research teórico como del research empírico.
Este concepto de correlato de mundo lo trabajo en el sentido de la crítica literaria deslastrándolo de otros modos tanto en lo teórico como en lo empírico no solo en referencia a mundos simbólicos o de ficción como están usualmente dados en la novela, el concepto de hecho no supone directamente el análisis de la mimesis o del mundo creado por la representación escénica del drama sino que es antes bien un concepto formal que hace referencias a la formalización conceptual de la relacion entre los tipos de narradores abstraídos como tipos, narrador omnisciente, narrador hexotopico, narrador en primera persona de acuerdo a lo cual perse a e independientemente de la voz del autor como el todo que cierra sobre si el texto, los narradores abstraídos son las formas de articulación del tiempo y el espacio del que narra respecto a lo narrado diferenciándose y separándose en dos instancias ontológicas distintas la formalidad del narrador tipo con su hexotopia respecto al mundo creado y aquel mundo creado o universo conformado por lo propiamente narrado que le queda entonces a esa instancia formal como correlato de mundo.
El procedimiento teórico aquí radica en abstraer el solo concepto de correlato de mundo entre el tipo formal que llamaremos simplemente lenguaje, mundo fenomenológico, y el mundo en si reflejado para establecer que el mundo es un correlato del texto sea o no este último propiamente narrativo.
El correlato de mundo requiere la diferenciación formal de los planos hexotopicos que distinguen por un lado el texto del mundo y por el otro al autor de sus narradores tipos a modos de resolver y proponer las relaciones hexotopicas entre el tiempo y el espacio de su conciencia, y el tiempo y el espacio en que se sitúan –en narrativa el drama y los personajes, y en fenomenología teoría y hermenéutica, los distintos niveles en que se dan las relaciones entre el horizonte intramundano y las sobreordinaciones supradiscursivas que establecen las pasarelas entre el mundo simbólico y del texto y el mundo inmediato de la realidad y el decursar de vida.
De este modo conceptos como los interpretantes de Peirce, que se refieren a la traducción de unos signos por otros, por un lado, y a la anticipación en la escritura o configuración del lenguaje de lectores tipos anticipados los cuales funcionan en el topoi del texto como interpretantes virtuales, pueden funcionar en el ámbito más amplio de las obras de un autor y de la relacion de estas con la cultura como su correlato, me estoy ahora refiriendo aquí solo a obras de pensamiento teóricas y de research teórico o empírico, pueden también unas funcionar como interpretantes de las otras volviéndose unas complementarias de las otras según distintos niveles de estratificación, asi por ejemplo, una teoría del horizonte intramundano o un modo teórico y empírico de su evocación puede ser ella una vez en su hexotopia de obra una proximidad o inmediatez del mundo de vida en un libro o en capítulos de un libro, pero puede otra vez ser trama fenoménica y trama textual o simbólica, para otro libro en que los aspectos del horizonte intramundano están supeditados a simbolizaciones.
De este modo el concepto a la vez fenomenológico y textualista, formal en primera instancia, de correlato de mundo adquiere una dimensión epistemológica y metodológica para el research tanto teórico como empírico deslastrándose en este modo de las dicotomías y las aporías que suponen la no exterioridad o la no salida del lenguaje y de los signos.
De hecho, estamos planteando aquí que ni el mismo Derrida puede escapar a la exterioridad que siempre volverá a situar al lenguaje entre el ser y el pensamiento, aunque Derrida sostiene a propósito de Saussure que el sujeto y el hablante son funciones de la lengua como si no hubiera afuera de aquella, el mismo reconoce lo que una vez llama el privilegio de la conciencia, otra el privilegio de la presencia y otra el pensamiento, el ser y el lenguaje, y aunque el centro de su diatriba estriba en situar los problemas generales de la fenomenología y del pensamiento en torno a una idea de texto ese texto en sí mismo termina revelando que los hilos van muy afuera antes y muy afuera después de un adentro del leguaje según lo cual los estratos de la expresión le quedan por un lado extrínsecos, asi como también los estratos del noema, lo noematico y lo discursivo.
De ello se deriva que el self, por ejemplo, debe ser entendido en sus dos formas, y no solo en una de ellas, una vez como self puro perse al lenguaje y otra vez como self en el sistema de los signos de lo cual la sociología ha permanecido mucho más atenta que la lingüística y la teoría del texto pues si bien siendo self puro sin remitencia al lenguaje y los signos es, como lo es también el ser en sí mismo, son reflejos en el sujeto en que se reflejan gracias al lenguaje y por lo tanto en última instancia siempre formas de este último, lo contrario puede ser igualmente sostenido.
De hecho, cuando a la inversa, lejos de considerarlos puros en si per se al lenguaje y fuera de la lengua, se los considera al self y al ser en si como funciones de los signos, estos últimos, los signos aparecen entonces como formas de la presencia ante si, es decir, como modos del aparecer ante nosotros mismos en el signo como presencia y marca, y desde ese momento vuelven el ser y el self ontológicos puros en el modo de la conciencia, y desde ese momento los conceptos ontológicos, ser, self, experiencia, etc, vistos dentro del sistema de los signos hacen lo inverso, es entonces ahora el lenguaje y los signos en cuyo adentro los habíamos supuestos el que les queda reflejado.
La diatriba conduce sin dudas al problema ontológico de la relacion entre el ser, el pensamiento y el lenguaje y como tal se torna aporetica si no se la considera en sus dos formas adentro y afuera, afuera/adentro y adentro /afuera, momento a partir del cual volvemos sobre la cristalización misma que aludíamos antes conforma o sintetiza la fenomenología de lo real y de la realidad en nuestra cita inicial a Hegel, mundo fenomenológico/reflejado, y mundo en sí.
Frente a lo antes dicho mi concepto de correlato de mundo propone un nuevo balance, este no es en los términos precisos en que lo defino tomado tal cual de la crítica literaria, sino epistemológicamente transformado para suplir otros alcances. Un correlato es aquí no solo un mundo respecto a un texto sentido más próximo a mi conceptualización del concepto sino también una equivalencia entre las tramas de lo simbólico y las tramas de lo real de acuerdo a lo cual unas se traducen a las otras, es decir, modos del inmediacy del mundo entendido como cotidianidad o entendido como cultura, y modos del simbolismo o de las tramas simbólicas relativas al mundo, se hacen correlato unas a otras en el modo de traducciones y de interpretantes.
Toda vez que una idea de mundo es dada o expresada en el lenguaje es ya un correlato del texto, pero los niveles de conceptualidad en que se trabajan la relaciones entre lenguaje y mundo diferencian entre si phenomenologias y hermenéuticas del inmediacy de sobreordinaciones supradiscursivas y a la vez a estas últimas de los modos eminentemente simbólicos y representacionales. No es lo mismo la hermenéutica de la fenomenología de un mundo expresada en el texto que la representación de un mundo, en una la ontología es hermenéutica en la otra la ontología es mimética, en la una no hay un mundo que es objeto de una representación que intenta traer a las leyes representacionales del lenguaje las formas del mundo o la realidad como una representación ilusoria, sino antes bien una dilucidación inteligible de las hermenéuticas que lo hilvanan, en la otra hay una simbolización del mundo en remplazo del objeto por el signo, Peirce de hecho, desistió temprano de los datos inmediatos de los sentidos asi como de la relacion entre lo sensible y lo inteligible a modo de alejarse de aquellos tanto desde el punto de vista de la materialidad del signo como desde el punto de vista del proceso de significaciones inclinándose hacia el simbolismo pero su semiótica tampoco es propiamente mimética en el sentido de repetir en las formas el lenguaje las formas de la realidad antes bien mi concepto de correlato de mundo prioriza la relaciones entre subjetividad y objetividad en vez de aquella entre representación y realidad a modo de que el mundo se presente como un correlato y no como un prototipo de la imitación.
La mimesis de hecho rigió en gran medida a una buena parte del pos hegelianismo como se hace explícito en Benjamin y en el Adorno de la teoría estética y aunque esta última preserva en gran medida y desarrolla considerablemente las abstracciones conceptuales sus principios por ejemplo de materialización y desmaterialización resultan eminentemente conceptuales a lo cual me acojo y coincido en aquella el correlato de mundo como lo era en Hegel apenas existe, he preferido en este sentido teorizar un concepto de correlato de mundo que sea adecuado a las relaciones entre fenomenología y Texere o texto discutidas por Derrida, a las distinciones de Bourdieu sobre como las formas de la cultura material objetiva son formas de la subjetivad y a la inversa las formas de la subjetividad expresiones de la cultura objetiva, asi como a las distinciones de Deleuze entre la subjetividad y lo empírico
We thought that we had located –sostenia Deleuze respecto a esto--the essence of empiricism in the specific problem of subjectivity, but first of all we should ask how subjectivity is defined. The subject is definited by the movements through which it is developed. Subject is that which developed itself. The only content that we can give to the idea of subjectivity is that of mediation and transcendence. But we note that the movement of self-development and of becoming other is continuous, the subject transcendent itself but it is also reflected upon. Hume recognize this two dimensions, presenting them as the fundamental characteristics of human nature: inference and invention, belief and artifice, in short believing and inventing is what makes the subject a subject. We are also subjects in another respect, the subject invents, it is the maker of artifice.
Such is the dual form of subjectivity, to believe and to invent …the problem is a follow, how can a subject transcending the given be constituted in the given?. Undoubtedly, that which transcend the given is also given, in another way and in another sense. The subject who invents and believes is constituted inside the given in such a way that it makes the given itself a synthesis and a system, weask, how is the subject constituted in the give?, the construction of the given makes room for the constitution of the subject. But what is the given?, it is say Hume the flux of the sensible, a collection of impressions and images, or a set of perceptions.
Gilles Deleuze
Empiricism and Subjectivity: An Essays on Hume theory of human nature
Columbia university press
Solo de esta forma una vez teorizadas las relaciones de interioridad y exterioridad de nosotros frente al lenguaje y entre el lenguaje y la realidad requeridas en mis despejes epistemológicos y metodológicos implícitos a mi concepto tanto teórico como empírico para el research de correlato de mundo podemos entonces regresar sobre aquella tranquila realidad que transcurre como un mundo suprasensible que Hegel tan brillantemente resume y sintetiza en la cita que inicia este ensayo sobre la realidad misma en su ontología como reunión y síntesis de lo interior y lo exterior, el mundo en sí y el mundo Fenomenico
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